Aún cuando me llenan de energía, aún cuando disfruto de su vaivén, las ciudades grandes llegan a ser asfixiantes. Sao Paolo, Ciudad de México, New York, Moscu. Solo por mencionar algunas llegan a agobiar al viajero mas experimentado, Los Angeles no es la excepción.
Por suerte para aquellos que les molestan las masas de concreto, hay lugares de escape, a unos cuantos kilómetros de distancia se encuentra la isla Catalina, un lugar de descanso a una hora de distancia de Long Beach, curiosamente por años quise ir, mas nunca tuve la oportunidad.
Finalmente hace 2 meses ¡me toco conocerla! es un lugar mágico para quien gusta de las aves y la vida marina, cuenta además con un bosque de kelp (acuático) son algas gigantescas, llegan a medir hasta 30 metros o mas!¡¡¡.
Hay además peces voladores, no es necesario entrar al agua (por desgracia es fría) sus aguas son tan transparentes que desde que uno baja del barco es posible ver los famosos garibaldis, peces de un amarillo encendido.
Si se dispone de tiempo (yo solo fui por un día) se pueden visitar las focas, hay incluso un submarino que hace tours, para aquellos que no quieran mojarse.
Como dato curioso hay una reserva de bisontes, ¡una de las mas grandes de Estados Unidos!.
La verdad es que Avalón (la ciudad principal de la isla) esta llena de sorpresas, el tiempo como de costumbre nunca es suficiente.
Comimos en uno de los restaurantes con vista al mar, la brisa es fresca y las vistas desde la colina únicas.
Hay varios edificios emblemáticos, el casino (en realidad es un teatro) y el club de yates, son mis favoritos.
Por suerte para aquellos que les molestan las masas de concreto, hay lugares de escape, a unos cuantos kilómetros de distancia se encuentra la isla Catalina, un lugar de descanso a una hora de distancia de Long Beach, curiosamente por años quise ir, mas nunca tuve la oportunidad.
Finalmente hace 2 meses ¡me toco conocerla! es un lugar mágico para quien gusta de las aves y la vida marina, cuenta además con un bosque de kelp (acuático) son algas gigantescas, llegan a medir hasta 30 metros o mas!¡¡¡.
Hay además peces voladores, no es necesario entrar al agua (por desgracia es fría) sus aguas son tan transparentes que desde que uno baja del barco es posible ver los famosos garibaldis, peces de un amarillo encendido.
Si se dispone de tiempo (yo solo fui por un día) se pueden visitar las focas, hay incluso un submarino que hace tours, para aquellos que no quieran mojarse.
Como dato curioso hay una reserva de bisontes, ¡una de las mas grandes de Estados Unidos!.
La verdad es que Avalón (la ciudad principal de la isla) esta llena de sorpresas, el tiempo como de costumbre nunca es suficiente.
Comimos en uno de los restaurantes con vista al mar, la brisa es fresca y las vistas desde la colina únicas.
Hay varios edificios emblemáticos, el casino (en realidad es un teatro) y el club de yates, son mis favoritos.
El trayecto de regreso a Long Beach es fresco y agradable, con el Queen Mary (un barco gigantesco!) avisando la llegada.
Agradezco a Robert Reguerra (mi amigo de Hawai) el haberme acompañado en esta aventura
Angel
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